Soy una persona introvertida y…también soy feliz

La introversión no es un trastorno psicológico, es un rasgo de la personalidad. Se dice que una persona es introvertida cuando tiende a centrarse más en su interior, en sus pensamientos y sentimientos, que en el mundo exterior y la socialización. Al contrario sucede con la extrovertida.

Las personas introvertidas presentan niveles más altos de activación cortical, por lo que tienen mayor necesidad de soledad y tranquilidad que las extrovertidas y se agotan, mental y emocionalmente, cuando el contacto es prolongado.

No hay ventajas ni desventajas por ser una persona introvertida. La cuestión es cómo se gestiona este aspecto, ya que un rasgo excesivamente marcado puede generar una conducta de evitación social, con emociones y limitaciones que se pueden acompañar de malestar.

Pero, la sociedad moderna, a menudo, no reconoce a las personas introvertidas y las describe como tímidas, antisociales o, incluso, desinteresadas o “pasotas” y nada más lejos de la realidad.

¡Importante: diferencia entre timidez e introversión!

La persona tímida quiere acercarse a los demás, pero tiene miedo a ser juzgada y por eso rehúye el contacto social. En cambio, la introvertida valora y busca su soledad y guarda sus emociones.

Ojo: nadie es completamente introvertido o extrovertido

La mayoría de las personas nos encontramos en un punto medio, conocido como ambiversión, gracias al que actuamos de una u otra forma, según la situación a que nos enfrentamos. No obstante, se suele tener un estilo predominante.

Este espectro de personalidad no solo influye en cómo nos relacionamos con los demás, sino también en cómo afrontamos el día a día.

Los introvertidos tienden a recargar energía a través de la soledad o el tiempo tranquilo. Mientras que los extrovertidos lo hacen en interacciones sociales y son habladores, expresivos y muy comunicativos.

Características de las personas “predominantemente” introvertidas

  • Tienen una gran sensibilidad emocional: son observadoras y perceptivas y también se conocen bien a si mismas.
  • Buena capacidad de concentración, reflexión y análisis de situaciones complejas: reparan en todos los aspectos. Pueden ser buenos líderes, aunque no desean sentirse protagonistas.
  • Practican la escucha activa y prefieren las conversaciones profundas llenas de contenido con conocidos y en grupos pequeños. Se alejan de la vida social.
  • Buscan disponer de tiempo tranquilo de soledad y silencio para llenarse de energía para continuar sus proyectos.
  • Son independientes y quieren solucionar sus problemas por ellas mismas con cierta inflexibilidad.
  • No expresan sus pensamientos y emociones y parecen pasivas porque piensan antes de hablar y se las tacha de frías porque se mantienen distantes dentro de los grupos.
  • Escogen relaciones de calidad con las que les gusta compartir su tiempo y son buenas amigas de sus (pocos) amigos: saben escuchar y aconsejar.

Hay que buscar un espacio para la reflexión y la comprensión

La introversión no es un defecto, sino un estilo de personalidad con mucho que ofrecer. Es una forma particular de procesar la información y gestionar la energía.

Hemos visto que las personas introvertidas cuentan con cualidades que representan una fortaleza en muchas áreas de la vida personal y profesional.

No obstante, hay que tener en cuenta que vivimos en una sociedad llena de prejuicios hacia la introversión. Frecuentemente celebra, incluso idealiza, las cualidades propias de la extroversión, como la expresividad, la facilidad para socializar y el carisma. Es por esto que, las personas introvertidas, pueden sentirse incomprendidas o incluso fuera de lugar.

Es crucial cambiar la imagen del triunfador únicamente asociada al éxito social y reconocer las fortalezas y logros de aquellos que prefieren la introspección al bullicio.

 

Peligro de la introversión exagerada: el incesante diálogo interno

El diálogo interno, las conversaciones conscientes o inconscientes que mantenemos con nosotros mismos, no cesa cuando existe gran introversión. Esta vida interior, tan rica, puede ocasionar que la persona introvertida tenga que enfrentarse a retos específicos relacionados con el mismo.

La introspección, cuando no se maneja adecuadamente, puede transformarse en pensamiento rumiante, un proceso en el que las preocupaciones y problemas se repiten sin cesar en la mente. Además, la rumiación psicológica se relaciona íntimamente con pensamientos intrusivos que aparecen bruscamente y tiene importante efecto negativo.

Todos estos pensamientos pueden convertirse en un escenario propicio para el desarrollo de trastornos como:

  • Depresión: la tendencia mantenida a enfocarse en los errores o fracasos pasados puede alimentar sentimientos de tristeza profunda.
  • Ansiedad: debida a la exposición continuada a ciertos pensamientos o imágenes perturbadores.  
  • Trastorno obsesivo-compulsivo: los comportamientos compulsivos surgirían como un intento de reducir el malestar ante los patrones de pensamiento repetitivo.

¡Y otro desafío: el peso de la autocrítica!

Las personas con gran introversión pueden ser altamente autocríticas. La autoexigencia y la búsqueda de la perfección conducen a niveles elevados de estrés y presión interna. Lo que, en muchas ocasiones, las lleva a ser pesimistas y a tener baja autoestima.

Sin embargo, también son muy capaces de transformar dicha autocrítica en un motor para su crecimiento personal, siempre y cuando no se maneje desde la culpa, sino desde la autocompasión.

¿Cómo cambiar la narrativa?

Es fundamental reivindicar la importancia de las cualidades que presentan las personas predominantemente introvertidas y fomentar una mayor comprensión social hacia todos los estilos de personalidad. ¿Cómo podemos hacerlo? Todo consiste en:

  1. Romper estereotipos: se trata de reconocer que no son, necesariamente, tímidas ni antisociales, sino que prefieren la calidad sobre la cantidad en sus interacciones.
  2. Valorar la diversidad: las personas, tanto intro como extrovertidas, aportan fortalezas únicas que enriquecen las relaciones personales y los entornos de trabajo.
  3. Practicar la inclusión: no forzarlas a vivir situaciones de mucho protagonismo y atención, que sabemos que innecesarias, y fomentar espacios en los cuales puedan participar sin sentirse presionadas a adoptar un estilo de comportamiento que no les resulta natural.

4 Estrategias de ayuda para alcanzar el bienestar

  • Establecer límites: respetar las propias necesidades de tiempo en soledad, espacio personal y descanso sin sentirse culpable.
  • Practicar la autocompasión: cambiar la autocrítica por un diálogo interno amable y comprensivo que transforma las críticas negativas en lenguaje constructivo.
  • Fomentar conexiones significativas: cultivar relaciones profundas y genuinas que aportan valor emocional. Intentar empatizar con los demás (incluso extrovertidos) para lograr acuerdos.
  • Buscar apoyo profesional: la terapia psicológica puede ser una herramienta valiosa para manejar la ansiedad, la depresión o los patrones de pensamiento que producen malestar e infelicidad.

Y un consejo: permitir que las personas cercanas se acerquen y comprendan las necesidades (soledad, tiempo en calma) que causa la introversión. Así, llegan a entender y no se sienten rechazadas.

Por último

La introversión no es una limitación, sino una forma de ser igualmente valiosa.

Las personas introvertidas, cuando aceptan su autenticidad y aprenden a gestionar los retos asociados con la introspección, pueden convertir la quietud y reflexión en una fuente de fortaleza.

En un mundo que no deja de hablar, los introvertidos enseñan el poder del silencio y la profundidad.

Y si necesitas ayuda para gestionar este tema, pide ayuda a un profesional SIEMPRE.

Un abrazo,

Regina.