El verano llega con su promesa de descanso, desconexión y disfrute.
El buen tiempo llena las terrazas, las redes sociales de playas y atardeceres, y las conversaciones giran en torno a escapadas, siestas y tiempo libre. Pero, para muchas personas, incluso esta época del año, puede convertirse en una fuente más de presión.
¿Te suena esa vocecita interna que te recuerda lo que deberías estar haciendo… incluso cuando estás de vacaciones?
Hoy en el blog hablamos de la autoexigencia: cómo se infiltra en distintas áreas de nuestra vida y cómo aprender a convivir con ella, también en verano, sin que nos reste bienestar.
¿Qué es la autoexigencia?
Es la cualidad que nos conduce a fijarnos metas y a exigirnos cumplirlas. Existe una autoexigencia adaptativa que nos ayuda a perseverar, crecer y ser mejores. Pero, hay otra desadaptativa que convierte a las personas en esclavas de sus propios objetivos, muchas veces inalcanzables.
La autoexigencia puede ser un empuje, una fuerza motivadora, pero es necesario que no la llevemos a posiciones extremas y que sepamos gestionarla adecuadamente para que nos ayude a ser mejores y también a sentirnos felices.
Autoexigencia desadaptativa
Aparece cuando las personas:
Tienen expectativas hacia ellas mismas rígidas, extremas, elevadas o poco realistas.
Tienden a enfocarse en lo que les falta y les cuesta reconocer sus logros.
Viven con una sensación constante de no estar haciendo suficiente.
En resumen, personas con gran miedo al error, extremada necesidad de aprobación o baja autoestima
¿Cómo se manifiesta?
La autoexigencia puede tener muchas caras. Aquí te dejamos algunos ejemplos cotidianos de cómo se introduce en distintas áreas de la vida… y pasa también en verano:
1. En el trabajo (o en las vacaciones del trabajo)
Incluso cuando ya has cerrado el portátil, está en esa parte de ti que sigue haciendo listas mentales. O en esa vocecita que no para: “¿Debería aprovechar el tiempo para avanzar ideas? ¿Y si estudio algo que me ayude a mejorar profesionalmente?”
El descanso se llena de una especie de deseo de productividad disfrazada y así desconectar, es una tarea casi imposible.
2. En el cuerpo y la alimentación
Llega el verano y con él, el bombardeo de mensajes sobre la “operación bikini”, el cuerpo ideal o cómo compensar los excesos.
La autoexigencia aquí se disfraza de autocuidado, pero viene acompañada de culpa, comparaciones y presión estética. En lugar de disfrutar y querer a nuestro cuerpo, lo sometemos a juicio constante.
3. En la familia y las relaciones
¿Te has propuesto ser “la madre o padre perfecto” este verano? ¿Sueñas con ofrecer a tus hijos memorables y estimulantes planes y actividades?
La autoexigencia está detrás de ese perfeccionismo que se confunde con amor y cuidado. No somos perfectos, pero podemos tener la mejor relación.
4. ¿Y qué pasa con uno mismo?
¿Has reservado tiempo para ti, para hacer algo que te ilusione? Tiene que haber cosas que no has podido hacer en invierno y ahora, en verano, con más tiempo, podrías “premiarte”….
La autoexigencia se olvida, la mayoría de las veces, de lo que da “color” a la propia vida. Siempre haciendo lo que se debe y: ¿para cuándo lo que deseo realmente?
¿Y por qué cuesta tanto soltar?
Porque muchas veces, detrás de la autoexigencia hay miedo a:
- Fracasar.
- No ser suficiente.
- Defraudar a los demás.
- Perder el control.
Y hay también una falta de consideración hacia uno mismo, que lleva a a no saber poner límites y a poder decir “No” cuando te encuentras sobrpasado.
Por otro lado, vivimos en una sociedad en la que impera la cultura de la acción: se premia el rendimiento y la productividad. Incluso el “descanso” parece que tiene que ser útil y debes hacer algo: yoga, leer, meditar, mejorar…
Nos cuesta parar sin sentir culpa. Nos cuesta estar sin producir. El miedo a no tener nada que hacer: ociofobia, se asocia a ansiedad y va en aumento en nuestro mundo, alcanzando sus cotas más elevadas en verano.
Algunas ideas para empezar a “soltar” (también en verano)
Lo más importante es construir una relación más amable contigo, con tu interior más genuino. Aquí van algunas claves que te pueden servir para lograr esta valiosa conexión:
- Sé consciente de tu diálogo interno: ¿Cómo te hablas cuando no cumples una expectativa? ¿Te tratas entonces con el mismo respeto que tendrías si lo hiciera otra persona? Observar ese diálogo es el primer paso para cambiarlo.
- Permítete descansar sin justificarte: no hace falta “haber hecho mucho” o llegar a la extenuación, para merecer descansar. El descanso no es una recompensa: es una necesidad.
- Cuestiona tus “debería”: cada vez que aparezca un “debería estar haciendo…”, pregúntate: “¿Hacerlo es realmente lo que quiero? ¿Qué pasaría si no lo hago?¿Quién marca esta exigencia?”
- Baja el volumen del perfeccionismo: ¡Y puedes empezar ya este verano!. No necesitas hacerlo todo bien para disfrutar de la vida. A veces improvisar, dejar algo a medias o simplemente no hacer nada y descansar puede ser muy beneficioso.
- Celebra los pequeños logros: como, por ejemplo, estar una mañana sin mirar el móvil. Comer algo que te apetece sin culpa. Decir que No adecuadamente. Poner un límite razonable a algo…¡todo cuenta!
El verano puede ser una buena oportunidad para observar cómo se manifiesta la autoexigencia en ti. Pero no para culparte por ello (eso sería más de lo mismo), sino para empezar a cambiar el enfoque.
Y una cosa más…
Descansar no es malgastar el tiempo y el dedicártelo a ti mismo no es un lujo.
El descanso es necesario para nuestra salud física y mental y, además, nos recarga las pilas para que podamos desarrollar nuestro potencial.
Es posible vivir con menos exigencias y siendo más amables con nuestro propio (y a veces maltratado) yo.
Y si sientes que este patrón te pesa o se repite desde hace tiempo, recuerda que en Evolma estamos para acompañarte. La psicoterapia es un espacio seguro donde revisar las autoexigencias que te bloquean e impiden comprenderte, quererte, avanzar y ser feliz. Si te cuesta gestionar estas emociones, no dudes en ponerte en contacto con un profesional de la salud mental.
¡Feliz verano!