Antes de entrar en materia, ¿Crees que tener carácter es sinónimo de mal genio o agresividad? ¿Piensas que una persona con carácter es aquella que no escucha o que va su aire sin escuchar la información que le transmiten los demás?
¿Qué es el carácter?
De una forma muy general, podemos decir que el carácter es aquello que define tus peculiaridades, tanto las positivas como negativas.
¿Estás de acuerdo con la afirmación que sostiene que las personas sacan su carácter para defenderse ante determinadas situaciones o para protegerse del dolor que les provocan hechos o acciones? ¡Ojo! El fin no justifica los medios. Recuerda que tener carácter no significa ser agresivo.
Tener carácter es ser íntegro, respetar a los demás y hacerse respetar a través del diálogo y la asertividad. Significa tener las habilidades y recursos necesarios para expresarse adecuadamente sin apabullar ni dominar, escuchando y aprendiendo siempre de lo que dicen los otros y, sin duda, tratándonos de igual a igual.
Lo que sucede es hemos crecido con el concepto equivocado de carácter y tenemos la creencia irracional de que las personas que tienen “mucho carácter” son más poderosas e incluso, que pueden llegar a estar por encima de los demás. Son temidas por su explosividad pero, en cierto modo, también admiradas por su aparente fuerza. La visión con la que valoramos este rasgo es un error muy extendido en nuestra sociedad y por ello, me gustaría utilizar este artículo para hacer hincapié en su definición.
Las personas “con mucho carácter”, que no saben gestionar sus emociones correctamente y que imponen sus ideas pasando por alto las opiniones y deseos de los otros, son personas intolerantes porque son inseguras y rígidas. Aunque parezca todo lo contrario. Y es que, si lo piensas con detenimiento, ese afán por tener la razón y mandar, denota poca confianza y no es una característica personal enriquecedora. Son personas que no soportan que los demás no piensen como ellas y esto limita sus relaciones a todos los niveles, incluso en el ámbito laboral, ya que no se puede trabajar en equipo con ellas por lo individualistas y dominantes que pueden llegar a ser. Todo ello les impide sentirse felices y les genera mucho malestar, por lo que no disfrutan de su día a día de forma plena y se muestran enfadadas de forma constante.
Carácter es integridad, saber estar e inteligencia emocional. Y no tiene nada que ver con ser una persona agresiva o imponer tus ideas por encima de todo.
¿Para qué sirve el carácter?
La respuesta es sencilla: para construir nuestro propio criterio y aprender a relacionarnos correctamente con nosotros mismos, con los demás y también con el mundo que nos rodea.
Sin embargo, lo que comúnmente conocemos como “una persona con poco carácter”, se asocia a un individuo considerado débil, con poca capacidad de liderazgo e incluso, en algunos casos es tachado de poco válido. Lo más curioso es que este tipo de característica suele estar presente en personas asertivas, que saben escuchar y entender aunque tengan puntos de vista diferentes, sin que ello les impida expresar lo que opinan y lo que piensan. Una persona asertiva puede hablar abiertamente y desde la honestidad sobre sus intereses y gustos. Es capaz de expresar un desacuerdo con los demás y decir “no” de forma tranquila. Puede escuchar a quien le habla sin interrumpirle alterada, porque no depende de los juicios que los demás tienen sobre ella. Elige bien sus batallas y no toma las reacciones de los demás como algo personal.
El error es conceptual y nos resulta tan negativo “ser una persona con mucho carácter” como “ser alguien con falta de carácter”, en el primer caso por dominante y en el segundo por carecer de criterio propio.
Todos debemos tener carácter, nuestro carácter, el que nos hace diferentes a los demás, únicos e irrepetibles. Pero debe ser una característica constructiva y maravillosa que conforma nuestra identidad y que nos permite acercarnos a los demás, enseñándoles, pero también aprendiendo de ellos y creciendo juntos.
Si crees que debes plantearte un cambio de carácter, el primer paso es conocerte a ti mismo. Un buen comienzo es descubrir cuáles son tus fortalezas y tus debilidades para poder trabajar en mejorar la autoestima, el amor propio, el miedo, etc. Porque si trabajas tu mirada interior conocerás cuales son las “virtudes del carácter” y eso te llevará a consolidar tu identidad y tu personalidad.
Pero…
¿Se puede educar el carácter?
Como Psicóloga y especialista en terapia para adultos en Valencia, considero que no solo se puede cambiar, sino que se debe educar desde que somos niños y empezamos a tener capacidad de razonamiento.
¿Por qué?
Porque si no aprendemos a conocernos y a tener autocrítica, ¿Cómo vamos a saber cuáles son nuestras virtudes, defectos y cuáles son aquellos rasgos que queremos mejorar?
Las experiencias vividas son las que te dan la oportunidad de conocer y conocerte. Y así, poco a poco, actuamos basándonos en nuestros principios y aprendiendo, sobre todo, de los propios fallos. De esta manera, vamos construyéndonos y cuando reconocemos nuestro yo en cada acto, sentimos tranquilidad, paz y orden.
El carácter, como decimos en Psicología, es un constructo. Esta palabra hace referencia a facultades o capacidades que se sabe que existen, pero cuya definición resulta difícil o controvertida. El carácter está en constante evolución y siempre que quieras vas a poder trabajar para mejorar algún aspecto o modificarlo.
Es importante recordar que si no sabemos cómo hacerlo solos o necesitamos ayuda externa, la mejor decisión es ponernos en manos de un profesional de la Psicología.
Diferencia entre carácter, temperamento y personalidad
El temperamento y el carácter son dimensiones de la personalidad.
El carácter y el temperamento son parte de ti. La diferencia entre ellos es que el temperamento es innato y el carácter lo adquieres a lo largo de tu vida, pues evoluciona y se perfecciona siempre que se trabaje con paciencia y perseverancia, sin olvidar las propias metas y objetivos vitales.
Si queremos evolucionar para mejorar el carácter, podemos empezar a expresar nuestras propias ideas con asertividad, desde la calma y el respeto por los demás, y trabajar la flexibilidad mental, con la finalidad de saber valorar otros puntos de vista diferentes.
En cuanto a la personalidad, es la suma de temperamento (lo innato) y el carácter (lo aprendido y moldeado por las experiencias vividas).
Me gustaría lanzarte una pregunta para reflexionar antes de terminar y estoy encantada de que podamos comentarlo en el blog: ¿Somos quienes creemos que somos? ¿Estás convencido de que te conoces bien?
Por último, te dejo una cita del genial Charles Chaplin para que no lo olvides:
“Sé tú e intenta ser feliz, pero sobre todo sé tú»