¡Santa Paciencia! ¿Cuántas veces has oído esta expresión? ¡Seguramente miles! Pero…¿Cuántas veces has sido paciente?
Tener paciencia y desarrollarla en tu vida diaria no es tarea fácil. ¿Por dónde puedes empezar?
La Conciencia
La paciencia es la habilidad de saber esperar sin alterarse.
La paciencia no es un don, ni tampoco nacemos con ella. Es un valor que tú puedes entrenar. No te conformes con decir “no tengo paciencia” o “yo soy así” para justificar tu inquietud durante la espera.
Tal vez eres así ahora pero, si tomas conciencia de ello y entrenas la paciencia, podrás sorprenderte a ti mismo y aprender a tolerar mejor los tiempos de espera.
La impaciencia, a veces, nos lleva a perdernos lo que tenemos delante por estar pensando demasiado en lo que vendrá. Por ello, en consulta practicamos la habilidad de poder disfrutar del momento sin ser dependientes de la inmediatez vital a la que puedes verte sometido a diario. Nuestra finalidad es ayudar a las personas a poner el foco en su presente, para que puedan afrontar su día a día con seguridad y firmeza.
Es primordial saber qué momentos te hacen perder la paciencia, para anticiparlos, hacerles frente y poder prevenirlos. El autoconocimiento es clave para poder trabajar en uno mismo.
Estoy segura de que eres consciente de la importancia de ejercitar la paciencia para actuar de una manera más adaptativa. Pero entre desearlo y lograrlo hay una gran diferencia. Para conseguir una meta es necesario ponerse manos a la obra y trabajar a diario. Y más cuando se trata de crear nuevos hábitos.
No tener paciencia acaba convirtiéndose en costumbre. Es decir, te acabas acostumbrando a reaccionar de manera acelerada y a no gestionar adecuadamente las esperas. Y lo haces de forma automática. Por eso, en Evolma Valencia consideramos que es necesario aprender nuevos hábitos que te conduzcan a ser más paciente, con el objetivo de mejorar tu bienestar en los diferentes ámbitos de tu vida.
Aprende a realizar ciertas actividades a un ritmo más pausado
Esto no significa que tengas que ser lento en algunas tareas, ni tampoco que implique dejadez. Solo que bajes un poco el ritmo y te permitas disfrutar del proceso. Ser paciente te ayuda a observar más allá de lo que puedes ver a primera vista. La pausa física y mental fomenta nuestra creatividad y originalidad.
¿Cómo lo puedes hacer?
Actividades como hablar, comer, caminar, respirar…las puedes llevar a cabo más despacio, sin tener tanta prisa y disfrutando al máximo de ellas. Sé que el ritmo del día a día es muy elevado: familia, trabajo, casa, relaciones personales, amistades…etc. Son muchas cosas pendientes y también mucha dedicación la que tenemos que prestar a ciertas tareas y personas. Pero..¿sabes qué? Si vas rápido puede que llegues antes, pero no esto no te asegura llegar de la forma que tú quieres. Y quizás cometas más errores, debido a que no te detienes a valorar con tranquilidad los pasos a seguir. Trata de caminar firme y seguro. La rapidez es secundaria. La paciencia te aporta claridad en tus decisiones.
Y, ¿qué te parece la idea de meditar?
Meditar ayuda a relajar el cuerpo y la mente. Te ayuda a conectar contigo mismo y a parar. Pero a parar de verdad. Te enseña a disfrutar del momento presente y a centrarte en el aquí y el ahora. A través de la meditación, percibes el tiempo de otra manera. Y es que encuentras pequeños ratos exclusivamente para ti. Para estar contigo mismo y saborear con los cinco sentidos lo que estás viviendo justo en ese instante. Aprecias el descanso y la contemplación, y reduces el exceso de actividad desenfrenada en tu vida diaria. El concepto de multitarea, tan característico en nuestra sociedad actual, pasa a un segundo plano. Y todo ello te genera altos niveles de tranquilidad y serenidad.
Estos beneficios se ponen de manifiesto en el acto de meditar. Y cuando esta práctica se vuelve habitual, tu cuerpo y mente se refuerzan y se incrementa tu paz interior.
La Respiración
La respiración, como hemos comentado anteriormente, es fundamental para desarrollar la paciencia.
El oxígeno es uno de los elementos más importantes de nuestro cerebro. Te parecerá una chorrada pero a veces nuestra forma de vida es tan acelerada que se nos olvida respirar, parar, analizar, pensar…O incluso beber un vaso de agua.
Dedica un momento del día a escuchar y sentir tu respiración. Cuando paras y piensas las cosas dos veces, valoras otra perspectiva diferente de la situación. Hasta le quitas importancia a ciertos aspectos o simplemente dejan de tener la intensidad del momento.
Te pongo un ejemplo: Acabas de hacer una entrevista de trabajo y al terminar le preguntas al departamento de recursos humanos: “¿Cuándo volveré a tener noticias vuestras?”
Y recursos humanos te dice: “A finales de la semana que viene”
Llega el día y no tienes paciencia para esperar que se pongan en contacto contigo. Le das vueltas a la cabeza, empiezas a adoptar una actitud negativa, bla bla bla…
En cambio, si decides tener paciencia y esperar unos días más. ¿Qué puede pasar? ¡Te lo cuento! Que percibirás la situación de otra manera y generarás pensamientos más ajustados y no tan catastróficos que te ayudarán a sentirte mejor y a continuar avanzando. Por ejemplo: “Quizás no han acabado de entrevistar a todos los candidatos o quizás el departamento de recursos humanos no tiene claro cuál será el candidato elegido”
Para desarrollar la paciencia también hay que tener paciencia. No se consigue de un día para otro. Necesitas tiempo y esfuerzo. Y también fuerza de voluntad. Ser paciente es uno de esos logros que te cambia el estilo de vida por completo. Por ello, requiere de mucha práctica para que se convierta en un hábito. La constancia será tu mejor aliado en este camino.
Inténtalo, no tienes nada que perder pero sí mucho que ganar. Ser paciente nos permite ser más flexibles y tener en cuenta matices que quizás habíamos pasado por alto. Esto nos enriquece y favorece nuestro crecimiento personal y emocional. Ser paciente es evolucionar.
La paciencia es una virtud que puede ser cultivada con el tiempo. En nuestra consulta de Valencia, trabajamos diferentes actividades que tienen como objetivo ejercitar la paciencia, para mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes. Facilitamos pautas y estrategias de actuación que ayudan a las personas a comprender la importancia de parar, dedicarse tiempo y también escucharse con atención. Nuestra meta es favorecer su desarrollo personal, para que puedan desenvolverse adecuadamente en todas sus esferas vitales.
Para poder descubrir y crear nuevos horizontes es imprescindible sembrar un poco cada día y ser paciente hasta que llega el momento de recoger la cosecha. Y es que ya lo dice el refrán: “la paciencia es la madre de todas las ciencias” ¡Cuánta razón!