La gran pregunta: ¿Te consideras una persona honesta?
Al empezar este post, lo primero que me viene a la mente es este consejo que muchos de nosotros hemos recibido a lo largo de nuestra vida: “Decir todo lo que pensamos en cada momento no siempre es la mejor idea” En cierto modo esto puede resultar positivo. No podemos ir por la vida sin ningún tipo de filtro con los demás. Seríamos desconsiderados y poco empáticos. Y esto no es sano.
Decir alguna que otra mentirijilla es el pan de cada día para muchas personas. Hay mentiras y mentiras. En este artículo voy a centrarme en aquellas mentiras que cruzan la línea. Es decir, “no piadosas”. Lo cierto es que no solemos ser muy buenos para detectar este tipo de mentiras. Sin embargo, tenemos mucha facilidad para no decir siempre la verdad.
“Una mentira pone en duda mil verdades”
¿Cómo te afectan las mentiras?
Las mentiras terminan por hacernos daño, ¿no crees? Nos invade un sentimiento de tristeza cuando descubrimos que alguien nos ha mentido. Y más aún cuando esa mentira viene de una persona importante en nuestra vida.
La mentira siempre te deja un cargo de conciencia y trae consecuencias que se reflejan en tu personalidad y en el trato que tienes con la gente. Cuando alguien miente no se da cuenta de lo que puede provocar ni tampoco es consciente de la repercusión que puede generar.
Para poder mentir se necesita una excelente memoria y una buena capacidad para la interpretación. La mentira afecta negativamente a los demás y a la larga, también perjudica al que miente.
La mentira te obliga a tener que recordar todo lo que has dicho y hace que las personas que te quieren y están a tu lado pierdan la confianza que han depositado en ti.
El valor de la comunicación dentro de una mentira es limitado porque disminuyes tu capacidad de interacción. Tienes que ir “con pies de plomo”. Una mentira te despega de la realidad y no te permite ser tú mismo. Se pierde la naturalidad y la espontaneidad en tus relaciones sociales, ya que estás más pendiente de que no te descubran que de disfrutar de la compañía.
Pero, si mentir te lleva a vivir en otra realidad y pone en juego la confianza que tienen en ti los que te rodean…
…¿Por qué la gente miente?
La mentira es sinónimo de “escapar” de algún modo de la realidad. Creas una vida, una fantasía paralela donde te sientes cómodo en un estado idílico y quieres estar ahí aunque no se corresponda con la verdad. Muchas veces, la mentira está relacionada con el querer aparentar cosas que no somos con el objetivo impresionar a los demás. La sociedad y sus parámetros marcados por la necesidad de éxito, tienen mucho que ver con esto.
Cuando mientes entras en un círculo vicioso donde la mentira cada vez se hace más grande y dejas de controlar el momento en el que eres sincero y en el que no. Sus consecuencias acaban siendo psicológicas y surgen también efectos físicos.
Los 3 factores de la mentira:
- Deriva en estrés: La mentira se ve reflejada en lapsos de tiempo y como consecuencia de ello puedes sufrir alteraciones de humor, irritabilidad, ansiedad…
- Provoca angustia: El principal peligro de la mentira es que conduce a perder la moral por ese estado de angustia interna y su gran malestar emocional.
- Baja autoestima: Detrás del mentiroso se esconde una persona de carácter vulnerable y con temor a fracasar. Su inseguridad la lleva a tratar de solventar sus miedos mediante las mentiras.
“Lo ideal es saber relacionarse sin necesidad de mentir. Conversar con libertad, respeto y buena comunicación” Regina Trénor.
La mentira se muestra en nuestra sociedad bajo diferentes formas y circunstancias, y está muy presente en nuestro mundo. Por ello, en algún momento se puede ser víctima o autor.
La mentira modifica la comunicación entre parejas, amistades, relaciones laborales etc. Provoca un estado de alteración en tu mente y no consigues estar en paz. Incluso, puede derivar en enfermedades, dada la intensidad con que los cambios psicológicos que sufres te pueden llegar a afectar.
Pérdida de confianza
“Una gota de mentira puede contaminar un mar de confianza”
Cuando descubres que alguien te miente aparece la desconfianza que te conduce a no creer nada de lo que te dice. Pero, cuando no solo te mienten una vez, sino constantemente, ya no sabes distinguir la verdad de la mentira.
Es por ello que la mentira causa dolor en ti y, también, puede dañar a quien miente. ¡Nadie quiere un mentiroso a su alrededor! Por lo tanto, a largo plazo el mentiroso se quedará solo.
La mentira no es una buena aliada por muy dura que pueda ser la realidad. Piensa que, tarde o temprano, tendrás que enfrentarte a ella. Es mejor ir con la verdad por delante porque la mentira dinamita la confianza que los demás ponen en nosotros.
Si alguna vez sientes tienes el impulso de mentir, ten en cuenta el dolor que provocaría en ti la certeza de saber que te han mentido. Aunque tu intención al mentir no sea hacer daño, es muy importante que trates de fundamentar tu vida en la honestidad y sinceridad.