Inteligencia Emocional para una vida plena

Inteligencia emocional para una vida plena y saludable…¡claro!

De hecho, déjame hacerte una pregunta. En tu escala de valores: ¿Es más importante tener una carrera profesional impecable, pero sin haberte ocupado de la gestión de emociones? o ¿Crees que es imprescindible emplearse también en trabajar la inteligencia emocional?

En este artículo, exploraremos qué es la inteligencia emocional, por qué es tan importante y cómo puedes desarrollarla para mejorar tu calidad de vida.

La importancia de la Inteligencia Emocional

La inteligencia emocional (IE) es un concepto clave en la Psicología moderna, que ha ganado una gran relevancia en los últimos años, tanto en el ámbito personal como profesional. Fue popularizado por Daniel Goleman en 1995. Hace referencia a la capacidad de reconocer, entender y gestionar nuestras propias emociones y las de los demás, favoreciendo así la creación de relaciones sociales sanas.

El cine y la Inteligencia Emocional

Nuestra sociedad es consciente de que las personas, para alcanzar la felicidad, necesitan desarrollarse emocionalmente de forma armoniosa. El cine se ha hecho eco de ello y, el mes pasado, se estrenó una película de animación que, en mi opinión, es una verdadera joya. Me estoy refiriendo a Del revés 2. Seguramente recordaréis la primera parte, que pudimos ver en 2014. Esta es su continuación y explora nuevas emociones, un poco más complejas. Su argumento principal incide en la importancia de conocernos a nosotros mismos y expresarnos adecuadamente, respetando cada una de nuestras emociones. Se recalca que todas, hasta las desagradables, como vergüenza, aburrimiento, envidia o ansiedad, cumplen una función y juntas, consiguen que evolucionemos y desarrollemos nuestra personalidad.

Os recomiendo que la veáis. Pasaréis un buen rato, con o sin palomitas.

¿Y qué es la Inteligencia Emocional?

Según Daniel Goleman, es un constructo que se divide en cinco componentes principales:

  1. Autoconocimiento o autoconciencia emocional: aptitud para identificar nuestras propias emociones y entender cómo nos afectan y cuáles son nuestras fortalezas  y debilidades.
  2. Autocontrol o autorregulación: capacidad de moderar nuestros impulsos y emociones para que no nos dominen.
  3. Automotivación: impulso interno que nos ayuda a realizar acciones orientadas a alcanzar nuestras metas.
  4. Empatía: cualidad que nos hace comprender las emociones y sentimientos de los demás.
  5. Habilidades sociales: competencias necesarias para gestionar, de forma efectiva, las relaciones interpersonales y resolver conflictos.

Y, ¿por qué es importante la Inteligencia Emocional?

¡Por numerosas razones! Las personas que poseen una buena Inteligencia Emocional interpretan adecuadamente sus sentimientos y los de los demás, tiene mayor autoestima y optimismo, establecen relaciones saludables y suelen alcanzar las metas que se fijan en las diferentes áreas de la vida.

También en el ámbito laboral, puede conducir a un mejor trabajo en equipo, a mayor capacidad de liderazgo y a aumentar la calidad y la  satisfacción laboral. Son esos compañeros que nos ofrecen un feedback constructivo: señalan puntos de mejora, colaboran ofreciendo soluciones y recursos. Y, además, están cargados de positividad y “buen rollo”.

Además, es imposible vivir sin sentir y todas las emociones sirven para algo, por lo que es imprescindible saber entenderlas y manejarlas correctamente para lograr tu bienestar emocional.

Así, podemos resumir diciendo que “una buena dosis” de Inteligencia Emocional:

  • Favorece la creación de relaciones personales y profesionales de calidad: identificar las emociones favorece la comunicación interpersonal que, unida a la empatía, fomenta la resolución de conflictos y la construcción de vínculos sólidos y robustos.
  • Ayuda a gestionar el estrés y las emociones: la capacidad de identificar y autorregular las emociones es crucial para evitar el desgaste emocional y la sobrecarga mental.
  • Fomenta el desarrollo personal: conocer las propias emociones y ser conscientes de cómo influyen sobre nuestros comportamientos y conductas, es un formidable apoyo a la hora de tomar decisiones ajustadas a nuestro yo más auténtico.
  • Aumenta la capacidad de aprendizaje y la resiliencia: nos impulsa a aprender de los errores, siendo (incluso) capaz de mejorar con ellos.

¿Cómo la podemos desarrollar?

  • Practica la autoconciencia: dedícate tiempo de calidad para reflexionar sobre tus emociones e intenta saber por qué y ante qué estímulos aparecen. Esto te ayudará a entenderte mejor y a sentirte más coherente contigo mismo.
  • Desarrolla la autorregulación: es necesario que seamos nosotros los que afrontemos nuestras emociones y no que seamos esclavos de las mismas. Pueden apoyarnos en este reto el contacto con la naturaleza y las técnicas de relajación como meditación, yoga o respiración consciente. Y en tu día a día, crea pequeños momentos para encontrar la paz. Recuerda que, buscar tiempo para desconectarte de móviles o redes sociales, repercute positivamente en tu estado anímico.
  • Busca la motivación: establece metas personales y profesionales que te inspiren. Mantén una actitud positiva y perseverante ante los desafíos, y trata de encontrar cuál es su finalidad.
  • Ejercita la empatía: desarrollar la capacidad de entender los estados emocionales de los demás nos ayuda a mejorar las relaciones interpersonales y aumenta la objetividad sobre nosotros mismos. Aprende a no prejuzgar, a valorar y agradecer lo que tienes y, si puedes, colabora en algún proyecto solidario o simplemente “echa una mano” cuando tengas ocasión. Te aseguro que te sentirás estupendamente.

¿Dónde podemos aplicar la Inteligencia Emocional?

En el trabajo: la inteligencia emocional es fundamental para un liderazgo efectivo que sea capaz de inspirar y motivar al equipo. También ayuda a manejar el estrés y a tomar decisiones equilibradas. Además, fomenta un ambiente de trabajo positivo y la colaboración entre los compañeros.

En la vida personal: nos hace más comprensivos y sensibles, por lo que se originan vínculos potentes y sólidos con la familia y los amigos.

En la salud mental: al gestionar mejor nuestras emociones evitamos que nos sobrepasen y esto puede reducir los niveles de ansiedad y depresión.

Desarrollar la inteligencia emocional es un proceso constante durante toda la vida. Necesitamos tiempo y dedicación para fomentar la autoconciencia. Es necesario aprender a autorregularnos y  buscar metas reales que nos pongan las pilas. Por último, es básico desarrollar la empatía, ese “ponernos en los zapatos del otro”. Es cierto que hay que perseverar para potenciar la inteligencia emocional, pero, los beneficios obtenidos con su crecimiento son innumerables, así que merece la pena. Desde mejorar nuestras relaciones personales y laborales, hasta gestionar mejor el estrés y fomentar el bienestar emocional. La IE es una herramienta crucial para una vida completa y saludable.

Te invito a reflexionar sobre tu nivel de inteligencia emocional y a tomar medidas para desarrollarla. Al hacerlo, no solo mejorarás tu calidad de vida, sino que también contribuirás a crear un entorno más empático y armonioso a tu alrededor. ¡A por ello!