La Navidad llega cada año igual.
Con luces.
Con ilusión.
Y tu agenda, de repente, parece no tener huecos.
Comidas.
Cenas.
Reencuentros.
Eventos del colegio.
Compras de última hora.
Visitas familiares…
Todo se acumula.
Y, sin darnos cuenta, vamos en modo piloto automático.
Queremos aprovechar el tiempo: llegar a todo, ver a todo el mundo y…también pasarlo bien.
Pero, a veces olvidamos algo importante: nuestro bienestar emocional.
Hoy, en el último artículo del año, te propongo hacer algo distinto.
Párate, respira y plantéate qué necesitáis tu familia y tú para vivir esta Navidad con calma, manteniendo unos hábitos sanos y estableciendo límites para proteger vuestra energía.
Mantén cierta rutina (¡aunque sea Navidad!) para preservar tu bienestar
¡No hace falta seguir los horarios al milímetro.!
Pero sí conservar alguno de nuestro hábitos saludables.
Los niños lo agradecen.
Los adultos también.
Algunas ideas sencillas:
- Fijar una hora aproximada para levantarse.
- Evitar acumular varios días seguidos de acostarse muy tarde.
- Buscar un pequeño ratito de juego o lectura cada día.
- Incluir una comida “normal” entre tantas comidas especiales.
- Respetar los espacios de descanso.
- Si puedes, haz algo de ejercicio físico.
La rutina no es aburrida.
Da seguridad.
Y en épocas de tanto estímulo, puede ser un ancla muy útil para que toda la familia se sienta más tranquila.
Muy importante: decir “no” sin sentirse culpable
En Navidad se disparan las invitaciones. ¿Te suenan estas situaciones?:
“Pásate por casa”.
“Quédate a cenar”.
“Ven solo un momento”.
“Nos vemos sí o sí antes de que acabe el año”.
Pero no siempre se puede. No siempre estamos predispuestos.
Decir que “no” y priorizar tu bienestar (sin ocasionar conflictos) es un ejercicio de autocuidado y también es un ejemplo para los niños, pues les enseña a poner límites. Lo importante es la calidad y no la cantidad de eventos, reuniones etc a los que acudimos.
Y ¿Cómo decir que “no”?
Con claridad: “Gracias por pensar en nosotros, pero este año no podremos ir”.
Evita justificarte de más. No necesitas una explicación detallada.
Ofrece alternativas cuando te apetezca: “Podemos vernos en enero con más calma”.
Recuerda: menos es más. No responder a todos los compromisos no te hace menos familiar ni menos atento.
Tu energía no es infinita. Tampoco lo es en Navidad.
Selecciona tus compromisos
No todo es obligatorio.
Aunque a veces lo parezca.
Haz una lista escrita, si te ayuda. Divide los planes en tres categorías:
Imprescindibles: los que realmente quieres vivir.
Opcionales: aquellos que no son vitales para ti, pero que pueden tener cabida en algún momento.
Prescindibles: los que no te aportan o te generan más estrés que disfrute.
Esta clasificación te ayuda a decidir sin improvisar.
Y, sobre todo, sin culpa.
A los niños también les ayuda saber qué días salen, qué días descansan y qué pueden esperar de las actividades que van a realizar.
Menos sorpresas.
Menos saturación.
Más estabilidad.
Encuentra espacios de descanso, aunque sean pequeños
En Navidad se corre el riesgo de vivir hacia fuera.
Mucho ruido.
Mucho movimiento.
Pero el cuerpo y la mente necesitan momentos hacia dentro.
Es importante disfrutar de pequeños descansos diarios para marcar la diferencia:
Diez minutos de respirar o estirarse.
Un paseo sin móvil.
Un rato de juego tranquilo sin pantallas.
Dejar a los niños con un familiar mientras cargas energía.
Un baño caliente.
Leer unas páginas antes de dormir.
El descanso t tu bienestar no es negociable.
Y no debe ser lo último de la lista.
Cuida la alimentación… sin obsesión
En estas fechas se come diferente.
Más cantidad.
Muchos dulces.
Miles de celebraciones alrededor de la mesa.
No pasa nada.
Pero sí conviene encontrar el equilibrio:
Mantener frutas y verduras en el día a día.
Ofrecer a los niños opciones saludables entre eventos.
Beber agua de manera consciente.
Evitar que todos los días sean “excepcionales”.
Comer rico y cuidarse pueden convivir.
Identifica qué te estresa para poder gestionarlo
Cada persona vive la Navidad de una forma distinta. Algunos disfrutan cada plan, otros sienten nostalgia, otros, cansancio, otros presión…
Pregúntate:
¿Aspectos que suelen agotarme en estas fechas?
¿Hay algo que podría hacer diferente este año?
¿Qué está bajo mi control y qué no?
¿Qué me ayudaría a vivir la Navidad con más calma?
Este ejercicio te prepara emocionalmente y te permite tomar decisiones conscientes en lugar de actuar por inercia.
No busques la perfección
La mesa no tiene que estar impecable.
Los regalos no tienen que ser los mejores.
Las fotos no tienen que parecer sacadas de un catálogo.
La Navidad real es la que se vive, se siente y no necesita demostrar nada a nadie. ¡Disfrútala!
Acepta la realidad. Se realista. Baja las expectativas.
Cierra el año con amabilidad hacia ti:
Este es el último punto, y como psicóloga te diría que el más importante. Antes de que empiece el nuevo año:
- Revisa lo que has conseguido.
- Agradece los momentos buenos.
- Acepta los difíciles.
- Reconoce tu esfuerzo.
- Abraza tu crecimiento y mira con orgullo ese capítulo que se cierra.
El balance no es para juzgarte. Es para mirarte con cariño. Para poner perspectiva. Para dejar espacio a lo que viene, con confianza e ilusión.
Una invitación para este fin de año
Que esta Navidad sea una pausa.
No una carrera.
Que sea consciente y llena de paz.
No automática y atropellada.
Que puedas decir que no cuando lo necesites.
Y decir que sí cuando realmente lo sientas.
Y que cierres el año desde un lugar bonito: ese donde te eliges.
Desde Evolma te acompañamos también en este último paso del año, gracias por estar aquí, por leernos y por confiar en nuestro trabajo.
Nos vemos en enero.
Con calma.
Con energía renovada.
Y con nuevas herramientas para seguir creciendo.
Y, sobre todo, disfruta de esta época del año tan mágica.
¡Feliz Navidad!
Con cariño, Regina.






