¿Por qué nos afecta tanto el qué dirán?

Miedo al qué dirán, ¿por qué nos afecta tanto?

Como seres humanos, tenemos una necesidad innata de pertenecer y ser aceptados por las personas que nos rodean. Esta pertenencia nos brinda una cálida sensación de seguridad y bienestar. Necesitamos formar parte de nuestro entorno para encontrar estabilidad y equilibrio emocional.

Sin embargo, cuando este deseo natural de sentir que los demás nos incluyen y aceptan se convierte en una necesidad desmesurada, puede provocar miedo a que nos hagan daño o a temer que una mala opinión sobre nosotros les haga rechazarnos o criticarnos.

Pertenecer o no pertenecer: esa es la cuestión

El pánico a quedarnos fuera nos lleva, en muchas ocasiones, a priorizar las expectativas y opiniones de los demás sobre las nuestras. Dejamos de lado nuestros deseos y valores para adaptarnos a lo que creemos que los otros esperan de nosotros.

Este proceso no es súbito, sino que se desarrolla poco a poco. Depende de nuestra personalidad y biología, pero también de la educación recibida, las normas sociales y los aprendizajes o experiencias pasadas de rechazo o desaprobación.

El problema es que, con el paso del tiempo, la búsqueda ininterrumpida de validación externa va desdibujando nuestras características más genuinas.

No importa cómo haya comenzado. Lo cierto es que vivir bajo la presión de gustar a todos es el camino más directo hacia la insatisfacción personal. Si nuestro objetivo es complacer a los demás en todo momento, vamos a perder de vista al espectador más importante y exigente: uno mismo.

Y además, ¿Qué hubiera pasado si personas como Leonardo da Vinci, Beethoven o Picasso hubieran sacrificado sus ideas originales porque no querían sentirse diferentes al grupo?…. ¡Menudo desastre!

Pero…tampoco se trata de querer sentirse siempre original y único, en eterna contracorriente y marcando la diferencia a ultranza. Si una persona se siente cómoda en su entorno, de acuerdo consigo misma, y sus opiniones y criterios coinciden con los de los demás…eso también es fantástico.

¿Es “miedo” o un normal deseo de aceptación?

Las personas que “temen” el qué dirán huyen de los conflictos y confrontaciones silenciando o modificando sus opiniones y comportamientos en función de lo que esperan los demás de ellos. No atienden sus propios deseos y necesidades. No consideran si realmente quieren actuar de la manera en que lo hacen.

Esta vigilancia constante sobre lo que se dice o se hace, con el fin de evitar el rechazo, es emocionalmente agotadora y conduce a frustración y a pérdida de autoestima.

Así que…el problema surge cuando la necesidad de aceptación cruza las líneas rojas (los límites razonables) y se convierte en una preocupación gigantesca.

Y…muy importante, en este camino dominado por un entorno que hace actuar de acuerdo con lo que se espera de nosotros, sin importar si estamos de acuerdo o no, y dejamos de ser fieles a quienes somos en realidad.

Ante esta situación, es importante preguntarse: ¿quiero liberarme de este miedo? ¡Pues ahora es el momento!

Si la ansiedad es abrumadora, es recomendable buscar apoyo profesional para ayudar a gestionar las emociones y así recuperar el respeto a uno mismo y avanzar hacia una mayor libertad personal.

Aunque puede parecer un reto difícil de superar, no es imposible. Hay que empezar dando pequeños pasos, que conducen a pequeños triunfos, que nos hacen recobrar la autoestima. De este modo, conforme va aumentando la confianza en uno mismo, no se necesita estar buscando angustiosamente la aprobación de los demás.

Estrategias para superar el miedo al qué dirán:

  1. Vencer el temor a ser rechazado: eres tan valioso como los demás y tus opiniones y criterios tienen el mismo peso. Buscar, de forma enfermiza, su aprobación, a costa de ser lo que no somos, conduce a la larga, a la pérdida de la propia identidad, a sentirse frustrado y perdido.
  2. Admitir que no se puede gustar a todo el mundo: intentarlo, por encima de todo, conduce a tu extinción del planeta Tierra y si tú desapareces, alguien único desaparece.
  3. Aceptar las críticas: como puntos de vista diferentes, no necesariamente como rechazo personal. Actúa con inteligencia emocional y resiliencia y crece con ellas.
  4. Ser asertivo: expresa tus opiniones y derechos justificados sin temor al conflicto. El respeto hacia uno mismo aumenta conforme vamos percibiendo integridad y cohesión.
  5. Actuar consecuentemente: piensa sinceramente si lo que haces o dices es porque quieres o por agradar. Cualquier decisión, incluso sobre las cuestiones más pequeñas, si la tomas teniendo en cuenta tus deseos y prioridades, hará que aumente tu autoestima. Y esto se transmite a los demás, que perciben y valoran la autenticidad y responden con respeto y aprecio.
  6. Quererse y respetarse siempre: no eres perfecto (¡Menos mal!) simplemente eres la mejor versión de ti mismo. ¿Vas a serte fiel?

En conclusión, el miedo al qué dirán puede limitarnos enormemente. Nos priva de oportunidades valiosas y experiencias positivas. Nos hace prisioneros de las opiniones de los demás. Tenemos derecho a ser auténticos y a seguir nuestro propio criterio, incluso aunque no todos estén de acuerdo.

Y no olvides que, si tu entorno te respeta y te sientes auténtico y libre dentro de él, disfruta de esa maravillosa sensación de pertenencia que te hará crecer y desarrollar tu potencial.

Y para terminar…

Ahora que ya ha terminado el verano y empezamos un nuevo ciclo, es un buen momento para “resetear” nuestra mente. Si necesitas que te acompañe un profesional para tratar algún tema que te preocupe, puedes contestar a este artículo y desde nuestro despacho nos pondremos en contacto contigo.

Con cariño,

Regina