Sí, pero con flexibilidad.
Llega el verano, los días se alargan, el ritmo baja… y muchas familias se preguntan: ¿Qué hacemos con las rutinas de los niños? ¿Las mantenemos, las suspendemos o buscamos un equilibrio? Desde Evolma, como gabinete de psicología infantil y familiar, queremos acompañarte a reflexionar sobre este tema tan común como importante.
¿Por qué las rutinas son importantes?
Durante el curso escolar, las rutinas ayudan a los niños a estructurar su día a día: levantarse a una hora concreta, desayunar, ir al cole, hacer deberes, acostarse a cierta hora… Esta previsibilidad les ayuda a organizarse y también les ofrece sensación de seguridad, estabilidad y de control sobre su entorno.
Las rutinas son importantes porque contribuyen a regular las emociones, fomentan la autonomía y son una guía para anticipar lo que va a suceder. Para muchos niños, esto es especialmente importante, ya que les da tranquilidad que les permite actuar más sosegadamente.
¿Y en verano? ¿Las rompemos/suspendemos por completo?
Aquí es donde entra la clave: flexibilidad con sentido.
No se trata de mantener el horario escolar a rajatabla, pero tampoco que desaparezca cualquier tipo de estructura. El verano es maravilloso para descansar, disfrutar, conectar en familia… Pero también brinda, por ejemplo, la oportunidad de establecer rutinas que involucren a los niños en las tareas del hogar (adaptadas a su edad), cosa difícil durante los programas invernales.
Lo ideal es encontrar un punto medio. Una rutina más relajada, adaptada al ritmo del verano, pero que siga incluyendo momentos previsibles, hábitos saludables y un marco que ayude a los niños a sentirse seguros.
Beneficios de mantener ciertas rutinas en verano:
Regulación emocional: la estructuración vital, aunque sea mínima, hace que los niños se sientan más seguros y tranquilos.
Mejor adaptación a septiembre: si se mantienen algunos hábitos, la vuelta al cole será menos abrupta.
Sueño y alimentación más estables: acostarse cada día a una hora o romper en exceso los horarios de comidas, puede afectarles tanto físicamente como a su estado de ánimo.
Fomento de la autonomía: la participación en rutinas de verano hace que los niños se impliquen y colaboren y desarrollen sus competencias logrando crecimiento madurativo.
Tiempo de calidad: el organizar el día, nos va a permitir reservar momentos reales para estar juntos, sin pantallas ni prisas.
Que tipo de rutinas podemos mantener
No hablamos de seguir el horario escolar, sino de generar una nueva y atractiva rutina veraniega:
Horario de sueño flexible, pero coherente: pueden acostarse y levantarse algo más tarde, pero intentando evitar desajustes extremos.
Rutinas de higiene y alimentación: acordarse de lavarse los dientes y ducharse y mantener hábitos de alimentación saludables en horarios similares…
Tiempo activo y tiempo libre: es conveniente alternar los ratos de juego libre e imaginativo, con propuestas atractivas, como excursiones, manualidades, deporte o lectura. Es muy estimulante para los niños participar en la planificación de las actividades que van a desarrollar. Atender a sus propuestas en la medida de lo posible.
Pantallas sí, pero con límites: en verano, el riesgo de pasar más tiempo frente a una pantalla aumenta. Si se establecen límites claros, esto ayudará a prevenir conflictos.
- ¿Y un poco de aburrimiento…?¡Sí, aburrirse también es saludable! En esta era de estimulación y actividad constantes, el parar y tener tiempo para reflexionar, es una herramienta que estimula su creatividad y autonomía.
Como aplicar estas rutinas sin que se perciban como una obligación
Simplemente haciéndoles partícipes. El verano es un momento ideal para incluir a los niños en la planificación del día. Si les preguntamos qué les gustaría hacer, cómo les gustaría organizarse, qué planes les hacen ilusión… se sentirán más implicados, ilusionados y receptivos.
Podemos, por ejemplo, diseñar juntos un “horario de verano” semanal, con dibujos, colores o pegatinas, que incluya momentos fijos (como comidas, paseo, lectura antes de dormir) y espacios más libres para elegir actividades. Es muy divertido revisar diariamente, en familia, las actividades que se han planificado y una vez realizadas, comentar las experiencias de cada uno.
También podemos usar recursos visuales para que ellos mismos identifiquen qué “toca” después. Esto es especialmente útil en niños más pequeños o con dificultades para anticipar.
¿Y si hay días diferentes?
El objetivo no es la perfección, sino el equilibrio. Habrá días en los que todo fluya… y otros en los que no: ¡No es un problema! Lo importante es no perder de vista que las rutinas son una herramienta de ayuda, no una imposición y que estamos por encima de ellas.
Ser flexibles no significa “vale todo”, sino saber adaptarse a cada momento con seguridad y mantener la ilusión de que vamos a disfrutar del verano.
Conclusión
Antes de despedirnos podemos decir que:
- Las rutinas son importantes, también en verano, pero pueden (y deben) adaptarse.
- La clave está en mantener cierta estructura sin perder la espontaneidad que el verano nos regala.
- Incluir a los niños en la creación de su rutina veraniega puede ser una forma divertida y educativa de fomentar su autonomía.
- El objetivo no es hacer que el verano sea como el curso escolar, sino que haya un equilibrio entre descanso, disfrute y orden.
Cada niño y cada familia es distinta, y cada verano también.
Y a veces, basta con pequeñas pautas para que toda la familia lo viva con más calma y conexión. ¡Disfrutad mucho del verano en familia!
¡Feliz comienzo de verano!