Procrastinar. Motivos para no hacerlo

Cuando posponer y posponer hacer algo se convierte en un problema…

¿Te suena la frase “Ya lo haré mañana”?

¿Qué es la procrastinación?

¡A mí también me ha pasado! Tener cosas importantes que hacer, retrasarlas y al final dejarlas pendientes.

Procrastinar es la acción o hábito de posponer, voluntariamente, la ejecución de tareas que deben realizarse, a pesar de tener oportunidad y tiempo, sustituyéndolas por otras que nos resultan más agradables.

El término, como diría mi tía Espe, viene del latín procrastinare y  su significado es: “Postergar hasta mañana”. Según la Real Academia Española de la Lengua: diferir o aplazar. ¡Una frase que nos repetimos mucho!

¿Cuántas veces has buscado excusas antes de enfrentarte a una actividad pendiente? ¿Cuántas veces has estado dando vueltas para evitar resolver temas que se te hacían cuesta arriba?

Te diré una cosa.

Hasta comienzos del siglo XXI, fuera de la esfera de la Psicología, casi nadie conocía la palabra procrastinación. En cambio, ahora cada vez se utiliza más, por lo que se especula que la aparición de las redes sociales ha llenado nuestra vida de estímulos y distracciones y nos hemos hecho procrastinadores crónicos: hasta el 20% de la población adulta.

Ejemplos o situaciones más comunes de procrastinación

  • Distraerte con lo que te rodea: puede que estés en una cafetería estudiando, pero con el foco puesto en observar lo que pasa a tu alrededor, pendiente de los mensajes del móvil, o entrando en aplicaciones de redes sociales.
  • Otras veces, preferimos resolver o hacer trabajos, no prioritarios en ese momento, con tal de retrasar la tarea principal. Por ejemplo, estás en casa y en vez de ponerte a hacer tal o cual cosa que está pendiente, haces llamadas improductivas, contestas correos…
  • Tienes que estudiar para un examen y te recreas en los preparativos antes de empezar. Ordenas la mesa, compruebas que tienes todos los apuntes, te levantas a por un té o un vaso de agua, miras el móvil por si te ha llegado alguna notificación etc.

¿Te suena esto que te cuento?

No es una cuestión de vaguería o dejadez, sino “un problema de regulación de emociones, no de gestión del tiempo”, según afirma el profesor canadiense Tim Pychyl.
Procrastinamos para evitar ciertas emociones negativas: inseguridad, ansiedad, desmotivación, aburrimiento, inseguridad…
Al fijar nuestra atención en otra actividad que nos resulta más divertida o placentera, sentimos un alivio temporal y olvidamos lo que tenemos que hacer. Pero… las cosas siguen ahí pendientes y esperándonos.
Por ejemplo, cuando retrasamos pedir una cita médica porque tenemos miedo o cierto respeto, o cuando dejamos de lado un informe que tenemos que presentar en el trabajo porque “aun queda tiempo”, establecemos un mal hábito, que repetimos sistemáticamente en diferentes aspectos de nuestra vida y no nos deja avanzar. Además, cierra un círculo vicioso de emociones negativas, ya que nos sentimos momentáneamente bien, pero luego aparecen sentimientos de culpa o estrés porque nos reprochamos no haber cumplido con nuestra tarea.

Procrastinar

Pero, ¿por qué procrastinamos?

¿Qué nos puede llevar a ello? Hay varios motivos:
  • Saber que, por obligación, tienes que hacer algo, puede hacerte sentir desmotivado.
  • Si tienes miedo o inseguridad a la hora de afrontar la tarea, sea por desconocimiento o falta de preparación, o porque tengas una baja autoestima y excesiva autocrítica que te hacen pensar que no estás a la altura.
  • ¿Eres perfeccionista? Puede que creas que, si no vas a conseguir la excelencia, mejor no intentarlo.
  • Priorizas a los demás y olvidas lo que realmente es importante para ti.
  • Te bloqueas porque quieres atender mil cosas a la vez o porque tienes expectativas que no son realistas.
¿Te identificas con alguno? o ¿con varios?
Pues tienes que pasar a la acción para evitar, en la medida de lo posible, que se transforme en hábito.

Estrategias para evitar procrastinar:

  • Organiza y planifica con efectividad. Si la tarea es muy duradera o complicada, divídela en “porciones” más pequeñas y llevaderas.
  • Define lo que es importante para ti. Así, dirigirás tu esfuerzo y energía hacia esa labor.
  • Marca fechas. Fijar plazos te ayudará a estructurarte.
  • Comparte con otros lo que tienes que hacer. Conseguirás que te apoyen y, a la vez, te sentirás más comprometido a cumplir tu cometido-
  • Busca objetivos realistas para mantener tu motivación.
  • Descansa, rendirás mucho mejor si trabajas descansado. Prioriza dormir. ¡Pero procura un descanso de calidad! Si es necesario, sal y da un paseo para despejarte.
  • Identifica las distracciones y evítalas. Si se te van los ojos en Instagram o WhatsApp, deja el móvil en otra habitación.
  • Recompensa tus logros. Cuando finalices alguna tarea costosa, hazte un pequeño regalo. Como siempre digo: “No dejes de quererte”
  • Intenta romper la barrera del primer minuto. El minuto anterior al momento de empezar a trabajar es el momento de mayor peligro y el gran obstáculo que hay que superar.
  • Establece un plan de actuación con pasos a seguir para automatizar el ponerse a trabajar y alejar las distracciones.
Espero que estas herramientas te ayuden para empezar a aplicarlas desde hoy mismo y no dejar nada para mañana.
Te mando un abrazo y te espero en la bandeja de comentarios.